En la segunda mitad del siglo XIX la industrialización vivió un nuevo empuje, que suele llamarse segunda revolución industrial. Esta etapa se caracterizó por la aparición de nuevas tecnologías, nuevas fuentes de energía y la incorporación de nuevos países al círculo de los países industrializados: Estados Unidos, Japón y Rusia. También supuso la concentración del capital, la expansión imperialista de los países industrializados y el triunfo mundial del capitalismo.