Mientras la clase alta embellecía sus casas y el municipio ampliaba las avenidas y los parques, grandes zonas de la ciudad se poblaban de trabajadores fabriles, mayoritariamente inmigrantes que vivían amontonados en casas de inquilinato.
Los conventillos eran viviendas multifamiliares con espacios comunes para la cocina, lavado de ropa y baños. Las familias alquilaban piezas que compartían como único espacio de vivienda. En Montevideo y en Buenos Aires dieron alojamiento a inmigrantes extranjeros y llegados del campo a fines del siglo XIX. En los patios de los conventillos convivían personas de distintos orígenes. Fue en ellos donde el tango y el candombe multiplicaron su popularidad.
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