A partir de la mitad de la década de 1860, Uruguay vivió un profundo cambio en su economía que repercutió en todos los demás aspectos de la vida. A ese proceso se lo llama modernización, porque transformó con métodos modernos las técnicas de producción, las formas de trabajar e incorporó nuevas tecnologías para la conservación de alimentos. Fue un cambio que le permitió a Uruguay integrarse al comercio internacional en un momento histórico en que el capitalismo estaba haciéndose mundial.