En el Novecientos, Montevideo quería parecerse a París. La prosperidad económica hizo posible que la ciudad se poblara de plazas, avenidas, jardines y casonas, en un intento por imitar la arquitectura y el urbanismo europeos. También fue una etapa de rápido crecimiento de la población, por la llegada de miles de inmigrantes de distintas partes del mundo. Muchas veces estos recién llegados a la ciudad iban a parar a los conventillos, grandes casas en las que vivían muchas familias.