Cuando terminó la Guerra Grande todos los uruguayos deseaban que se mantuviera la paz. A ese sentimiento respondieron la política de fusión y la política de pactos. Durante diez años gobernaron presidentes fusionistas que rechazaban a los partidos. Estos gobiernos tuvieron que enfrentar algunos episodios que pusieron en riesgo el equilibrio logrado. Los más graves fueron protagonizados por los jóvenes colorados del Partido Conservador y terminaron en la ejecución de casi un centenar de rebeldes.