En el siglo XIX el trabajo en el campo era escaso y temporal. Por eso, gran parte del tiempo se pasaba en las pulperías. Allí se jugaba a las cartas, se mateaba, se tocaba la guitarra y, a veces, había duelos a facón.
La vida en el campo permitía algunas horas de ocio. Por eso se desarrollaron muchos pasatiempos para entretenerse: se jugaba a los naipes, a los dados y a la taba. La taba es un juego en el que se lanza un hueso de vaca y se apuesta a qué lado del hueso queda hacia arriba. También era común la improvisación de payadas con guitarras o que se cantaran chamarras, milongas o valsecitos. En las fiestas había bailes: el gato, los cielitos o el pericón.
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