La muerte de Aparicio Saravia representa el fin de una forma de pensar y entender el Uruguay. El país de los caudillos rurales, de los poderes regionales y de las antiguas tradiciones pastoriles quedaba atrás. La presidencia de José Batlle y Ordóñez proponía un país urbano, de estilo europeo, con un Estado fuerte y centralizado que imponía el poder de la ley con la fuerza de la justicia y de las armas. Empezaba un nuevo proceso de modernización que instalaba al Uruguay en el siglo XX.