En Uruguay fue muy importante la presencia de los caudillos en el siglo XIX. Ellos caracterizaron la vida política del país durante la primera mitad de su historia. Había caudillos de primer y segundo orden. Los primeros fueron Juan Antonio Lavalleja, Fructuoso Rivera y Manuel Oribe. A ellos les siguieron otros como Venancio Flores, Timoteo Aparicio y Aparicio Saravia. Fueron los líderes rurales de los partidos y bajo su autoridad aparecieron otros caudillos menos influyentes.