Ser patricio era pertenecer a la clase alta, contar con cierto nivel cultural y practicar las buenas costumbres. Su condición social también suponía participar activamente y en forma decisiva en la vida pública, convirtiéndose en la clase dirigente en los inicios de la vida independiente del país. El patriciado estuvo, durante los procesos que dieron nacimiento a la patria, defendiendo sus intereses.