En el siglo XIX los europeos comenzaron a explorar profundamente el interior del África atravesando selvas, desiertos, estepas y ríos. Toda la naturaleza africana los deslumbró: el paisaje, la gran cantidad de especies animales y vegetales y los millones de habitantes con culturas desconocidas. A partir de estos viajes de exploración y descubrimiento iniciaron la conquista del África. Las enormes riquezas del continente atrajeron a las potencias, que prácticamente se repartieron el África.