En el siglo XIX, Rusia estaba gobernada por el zar, un monarca absoluto. Mientras países como Inglaterra, Francia y Alemania desarrollaban sus industrias, Rusia se encontraba al margen de los grandes cambios que la revolución industrial había generado en Europa. Tanto su economía como su sociedad eran muy tradicionales. La economía rusa se basaba en lo que producían los campesinos y la sociedad aún no había desarrollado la clase media conocida como burguesía.