Luego de la derrota de Napoleón Bonaparte, los reyes europeos que habían sido desplazados por él recuperaron sus tronos. Para evitar nuevas revoluciones y movimientos que volvieran a arrebatarles el poder, algunos de estos reyes hicieron acuerdos entre sí. Uno de estos fue la Santa Alianza, un tratado según el cual Austria, Rusia y Prusia se unieron en torno a las ideas religiosas que tenían en común para enfrentar juntos las amenazas que pudieran desestabilizar sus gobiernos monárquicos.