Las ideas de la Revolución francesa se habían propagado por toda Europa gracias a la invasión de Napoleón Bonaparte, que despertó en los pueblos europeos el rechazo al invasor. También provocó la necesidad de defender la independencia y las costumbres nacionales, muy diferentes a las de los franceses. Pero fundamentalmente estimuló la búsqueda de la formación de repúblicas independientes y democráticas y el fin de las monarquías absolutas.