En los comienzos de la Revolución francesa, el 9 de julio de 1789, la población que no pertenecía a la nobleza ni a la Iglesia decidió reunirse en la Asamblea Nacional Constituyente. Este nuevo organismo tomó numerosas decisiones que cambiaron la situación política y social de Francia. Entre ellas, sobresale la aprobación de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y la redacción de la Constitución de 1791.