El trabajo de los niños era una costumbre común entre las familias campesinas y artesanas. En las primeras décadas de la revolución industrial, una gran cantidad de niños y niñas trabajaron en las fábricas y en las minas de carbón.
La revolución industrial produjo cambios importantes en la vida de millones de personas. Muchas comenzaron a trabajar en fábricas y muchas de ellas eran niños. En las primeras fábricas inglesas esos niños eran menores de siete años, obligados a trabajar entre doce y quince horas todos los días de la semana. No se alimentaban correctamente, estaban en un ambiente lleno de peligro y suciedad, no podían ir a la escuela ni jugar porque pasaban largas horas trabajando.
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