Al terminar la Guerra Grande la campaña oriental estaba devastada. El largo conflicto estuvo a punto de agotar por completo la riqueza ganadera del país. No solo redujo el número de animales sino que estos en su mayoría estaban sueltos y, por tanto, sin ningún cuidado. En los diez años siguientes Uruguay pasó de la ruina a la plétora, es decir, a la abundancia. Entre 1852 y 1862, la población ganadera se cuadruplicó y alcanzó las ocho millones de cabezas de ganado.